Editorial

Autores/as

  • Yadira Córdova Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Autor/a

Resumen

Abordar la situación post pandemia para honrar la invitación que me hace la revista el Observador del
Conocimiento, implica mirar de nuevo lo que ha significado transitar este tiempo en clave de comprensión y de lucha contra el Covid 19. Es evidente que la pandemia Covid 19, activa desde 2019 por el mundo entero, es mucho más que una crisis epidemiológica; tiene tal envergadura que ha estremecido todas las dimensiones de la vida social, económica, ambiental, política, cultural y espiritual; en los cuerpos, la mente, la espiritualidad y subjetividad. Las exigencias políticas, científicas, económicas, organizativas para su contención, cura o control vinieron a develar grandes contradicciones entre la vida individual y colectiva, los modelos de sociedad y los intereses que están contenidos en ellos, el capital y el trabajo vivo; los Estados y los grupos económicos; los pueblos y las clases dominantes; el capitalismo y la naturaleza. También nos ha mostrado la fuerza y determinación de los pueblos cuando actúan en solidaridad y sentido de preservación de la vida. Está claro que la crisis ya existía; sin embargo, más allá del comportamiento epidemiológico del Covid 19, hoy tenemos grandes incógnitas sobre lo que deja a su paso. Sumadas a la crisis mundial del capitalismo instalada desde hace décadas, esas interrogantes también alcanzan al contenido de las acciones, en el marco de los compromisos que debemos asumir y hemos asumido para construir condiciones de viabilidad para la vida planetaria, y la dignidad de venezolanas y venezolanos. Para ese compromiso el conocimiento juega un papel indiscutible, y en ese ámbito las capacidades científico-tecnológicas existentes o por desarrollar, así como la sabiduría ancestral, tendrán el desafío de encontrarse. Este paso deviene imperativo e cuanto a compromisos para dotar las decisiones, las acciones, y sus resultados y productos, de calidad revolucionaria. Esto sobre la base de valores éticos, base filosófica, fundamentación teórica, conceptual, metodológica, tecnológica y técnica al centro de una gestión apropiada a las necesidades de la Patria, agravadas o surgidas de la pandemia; así mismo, tienen la tarea de sistematizar, visibilizar, fortalecer y masificar lo que ha sido creado de manos del pueblo y sus investigadores en clara defensa de la vida individual y colectiva, en insurgencia contra el obsceno asedio imperial o el ataque
epidemiológico del Covid 19. Siendo los saberes, incluyendo la CyT, una construcción social e histórico-cultural, sus aportes tienen significado y sentido en los contextos donde se generan según la direccionalidad ética que subyace en su configuración. Es en la dinámica y necesidad social e histórica donde los productos de la Ciencia y la Tecnología se transforman en valor para una sociedad en su presente y su porvenir. De modo que al plantear la CyT con mirada de postpandemia, necesariamente debemos poner en tema las características de este momento y las condiciones desde y con las que tenemos que construir el devenir. Cierto es que la CyT como la conocemos en Occidente es hija de la modernidad y ha apoyado su edificio epistemológico, cuyo objetivo es la dominación para garantizar la acumulación de riqueza para grupos y países hegemónicos. También es cierto que sus contribuciones a la vida han sido sustantivas; parte del aumento de la expectativa de vida se debe a los adelantos científicos, aunque no en igualdad para todos. Es decir, éticamente, las CyT se mueven en un péndulo que
necesariamente las coloca en el espacio de tensión entre las necesidades de emancipación de los pueblos y los intereses del capital. El escenario para la CyT en tiempo de post-pandemia debe significarse en el marco de los grandes impactos que se han producido, no solo por la enfermedad en si misma, si no por los comportamientos inducidos para su contención y el papel de los gobiernos en el mundo. Los efectos de la pandemia en la vida de los pueblos sacaron a la luz la crisis civilizacional que atraviesa la humanidad en este siglo XXI, originada en el siglo XX y con expresiones en distintos ámbitos de la vida planetaria. Algunos rasgos de esa crisis los venimos sintiendo y pensando: priva la disputa por la hegemonía mundial hasta en su desconocimiento de las instituciones internacionales que han sostenido el orden capitalista desde la segunda guerra mundial, caída del PIB para la mayoría de los países, violación del principio de autodeterminación de los pueblos, capacidades
productivas autóctonas se ven desplazadas por nuevos  espacios de acumulación; asistimos al aumento brutal
de las desigualdades geopolíticas, económicas, raciales, étnicas, religiosas, y de género, a la aceleración de los
daños ambientales, a la manipulación o confiscación de la información, y a la discriminación-alienación con el uso masivo de la tecnología. Al mismo tiempo, se viene señalando que la pandemia, además de profundizar lo que
ya era parte de la fractura de las relaciones mundiales, ha producido y seguirá produciendo cambios en los planos
de la existencia física, química, biológica, psicológica, social, cultural para sumar nuevos problemas, a la vez que
novedosos aprendizajes y retos a la vida colectiva que no deben ser ni ignorados, ni silenciados: desafío para los
modelos educativos; presión sobre la estabilidad, modelos y formas de trabajo, efectos indeterminados sobre las
relaciones afectivas, impactos sobre los derechos sociales y políticos, entre otros. Analistas de diversos campos del saber hacen contribuciones desde distintos ángulos y perspectivas, en la idea de poder develar los nudos presentes en la situación actual y venidera. En sus elaboraciones observamos posiciones de quienes afirman que no ocurrirá nada porque las fuerzas que dominan el mundo solo se van a reacomodar, las de quienes plantean que habrá un recrudecimiento de los mecanismos de dominación y explotación, mientras hallamos otras posiciones en quienes optan por resaltar que solo desde los movimientos transformadores se podrá seguir direccionando el cambio de futuro que abarcará la conciencia colectiva y los objetivos de emancipación. Sin embargo, no conocemos aun suficientemente como y cuanto ha significado el efecto pandemia en la potencialidad contenida en esta realidad para que se modifiquen o transformen diversos ámbitos de la vida, incluyendo la dirección y posibilidad de un cambio civilizacional que ya se ha venido anticipando. Esa incertidumbre es precisamente la que desafía a todas las capacidades filosóficas, científicas, humanísticas y técnicas del mundo. Un desafío el juntarse para concebir y proponer rutas a la humanidad que permitan transitar los escenarios que se avecinan, que son aun indescifrables en su naturaleza, profundidad y extensión. Para la República Bolivariana de Venezuela, el horizonte se vislumbra marcado por la crisis multidimensional pero
también por la conjunción de las capacidades científicotécnicas y la sabiduría encriptada en la cultura de los
pueblos, en el marco del proceso de transformación que se ha venido edificando desde 1999, lo que será fundamental para activar decisiones direccionadas por la ética de vida colectiva. Para ello debe contar con el acumulado histórico de tales capacidades, así como con la voluntad política para seguir potenciando y acelerando la construcción del modelo científico-tecnológico para Venezuela, de lo cual hay avances. El Cmte Hugo Chávez señaló en distintas oportunidades “el primer poder para el pueblo es el conocimiento” , convencido como estaba que junto con el trabajo, formaba parte esencial para alcanzar los fines del Estado: dignidad, independencia y soberanía de la Patria. Sobre la base de ese pensamiento la Revolución Bolivariana, iniciada en 1999, con la transformación del sistema político hasta entonces reinante mediante la construcción de una democracia participativa y protagónica, en un Estado social de derecho y de justicia , produjo a su vez un salto cualitativo en materia de conocimiento, al ir consolidando la educación, la comunicación y, la Ciencia y Tecnología como partes de ese proceso. Esta convicción se fue concretando día a día con las políticas para elevar las condiciones de acceso, apropiación y creación del conocimiento: Misiones Robinson, Ribas, Sucre, Plan de alfabetización tecnológica, Misión Ciencia, entre otras. Algunos logros dan cuenta de esto: La CyT, junto con los sistemas de información, adquirió rango constitucional al reconocer el interés público de la ciencia, la tecnología, la innovación y los servicios de información necesarios para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y la soberanía nacional (art 110-CRBV). Se crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología-MCT (1999) con la función primordial de consolidar el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI), y proveer el ambiente y los recursos necesarios para la creación, circulación y utilización del conocimiento en la sociedad. Como parte de la estrategia de gestión en el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) se desarrollaron políticas y lineamientos en el afán de “asumir una perspectiva ético política de los saberes, y donde los productos de la ciencia, la tecnología y la innovación se articulen y se orienten a agregar valor a los componentes del desarrollo endógeno logrando el direccionamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación” ; es decir, se ha buscado propiciar condiciones para que el conocimiento forme parte consciente y esencial de la vida
de venezolanas y venezolanos. Se ha pasado de una visión centrada en los individuos y sus productos científico-tecnológicos a otra que va generando una nueva cultura científica, cuyos resultados conviertan el conocimiento
en elemento constitutivo de la transformación de nuestra Patria, direccionado a la soberanía e independencia, el
ejercicio de los derechos, y de la apropiación social del conocimiento con sentido emancipador. Se ha avanzado en la construcción de una nueva institucionalidad en CyT, mediante la creación de diversos centros de investigación y desarrollo de acuerdo a necesidades nacionales y/o regionales; igualmente se ha avanzado en la consolidación del marco normativo mediante leyes y resoluciones diversas, entre otras: Ley Orgánica de telecomunicaciones (2000); Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación con subsecuentes reformas (2001, 2005, 2010); el Decreto-Ley Nº 1290 sobre mensajes de datos y firma electrónica (2001); Decreto sobre Software Libre en la administración pública nacional (3.390); Ley Especial Sobre los Delitos Informáticos; Ley de Infogobierno; otras leyes y resoluciones dirigidas a impulsar y regular el despliegue de la Ciencia y la
Tecnología en nuestro país. Se promueve un modelo que involucra nuevos actores de CyT y con ello promover y
organizar sistemas locales de innovación como pilares de las transformaciones socio-productivas en las localidades, así como la articulación de redes de actores desde su realidad cultural local y esto en base a sus potenciales geográficas y productivos a través de la innovación y la transferencia tecnológica. Esto da cuenta de la intencionalidad manifiesta de construir un nuevo modelo de CyT con estilo tecnológico propio para la transición al socialismo bolivariano que estamos construyendo, con inmensas dificultades pero con claridad de principios. Como parte de ese modelo que se va construyendo podemos referir que se viene trabajando con métodos participativos de planificación para garantizar la incorporación activa de todos los actores: académicos y populares así como aquellos que trabajan con otras modalidades de conocimiento en el marco del diálogo de
saberes; apuntalamiento de redes de conocimiento y de innovación articuladas con los problemas de la realidad
nacional, regional y/o local, con el fin de incrementar la efectividad de la política pública para aportar solución a
problemas según las tradiciones culturales, vocaciones productivas y necesidades específicas; diversificación de
modalidades de financiamiento a proyectos de I+D según las necesidades nacionales, agrupadas y clasificadas por tipos: proyectos estructurantes, proyectos reto, proyectos de demanda libre, impulso a los sistemas de becas orientadas a prioridades nacionales; establecimiento de prioridades; reconocimiento y articulación de capacidades existentes en los territorios para garantizar su socialización y promover el despliegue de las potencialidades económicas, sociales y culturales existentes en las distintas regiones o localidades del país, dirigidas al desarrollo endógeno y a la diversificación, democratización y regionalización de la economía social y productiva; uso intensivo y masificación de las TIC en el proceso de acceso, alfabetización, democratización y articulación de redes sociales de conocimiento. Esto se ha venido construyendo con profundas dificultades; no obstante, Venezuela cuenta hoy con experiencia y conocimiento, lo cual le ha permitido consolidar saberes y propuestas, afrontar diálogos, tareas y nuevos compromisos para desarrollar tecnologías de apoyo a la atención de la pandemia. Así, este recuento parcial, solo busca evidenciar fortalezas institucionales construidas en
revolución que, aún en las dificultades, errores o carencias materiales, son un importante soporte para asumir los
desafíos que plantea el tiempo post-pandemia. Sin lugar a dudas, podemos afirmar que la Revolución Bolivariana ha venido construyendo un horizonte de sentido para colocar la CyT como herramienta de los procesos sociales emancipadores y transformadores de la sociedad, mediante el fortalecimiento de nuestras capacidades como
base de la independencia cultural y científica, edificada sobre una CyT liberadora, portadora de nuestras realidades sociales, y comprometida a contribuir a la creación de condiciones para la Suprema Felicidad Social.
Los elementos señalados, entre otros, denotan unas capacidades nacionales, que si bien han sido afectadas por
la grave crisis que nos atraviesa, están activas y dispuestas para la acción direccionada en pos de la construcción de condiciones necesarias para la soberanía, independencia y paz nacional. Al mirar las regiones del planeta, y los países dentro de ellas, los efectos de la crisis acumulada y la Covid 19, se despliegan y se vislumbran con impactos post-pandemia diferenciados según las fortalezas culturales, territoriales y políticas. Para Venezuela esto es evidente; pueblo y gobierno hemos tenido que atender la COVID 19, en un contexto de crisis económica y agresión sostenida, cruda y multidimensional en el marco de la guerra imperial contra nuestra Patria, a lo que se suma una situación inusual como ha sido el retorno de connacionales, dada la violencia xenofóbica dirigida que han sufrido en los distintos lugares donde fueron a vivir bajo el engaño de superar las carencias que la crisis económica de nuestro país les había generado. Con toda esta situación tan compleja y abrasiva, Venezuela ha logrado hasta junio 2020, la contención de la Pandemia, sobre todo en un marco de preservación de los derechos humanos. Hace tres (03) meses de declaración temprana del estado de Alerta Nacional (13-03-2020) sobre las base de los análisis de la situación mundial con el Covid. Sin duda alguna, ha sido ésta conducta un claro espíritu
de resguardo y preservación del derecho a la vida. La decisión se enmarcó en medidas de prevención radical,
cuidado mutuo, organización social. Hasta el momento de escribir este documento, Venezuela registra cifras que
aunque dolorosas por el significado de la vida, son las más bajas de América del Sur. Al comparar entre países con
características parecidas, la conclusión es que el resultado de la contención evidente ha estado en la calidad ética de la política pública formulada a partir de los principios revolucionarios y documentada mediante la investigación científica; los resultados han estado también ligados a la respuesta social, y a la capacidad de reinvención de la vida cotidiana para tolerar el largo periodo de confinamiento. Pero aun así, insistimos en que los efectos de la pandemia solo han desnudado la enorme crisis que nos atraviesa desde hace tiempo por el impacto de la crisis del capitalismo, la guerra y nuestras propias dinámicas. El contexto de futuro inmediato se presenta con bastante vulnerabilidad. La dimensión social, psicológica, ambiental y afectiva no ha sido auscultada suficientemente. En el terreno económico que por supuesto afectará todos los ámbitos de la vida colectiva, la Comisión Económica Para América Latina-CEPAL (2020) prevé escenarios de profunda crisis. “La economía mundial exhibirá en 2020 una caída del producto bruto mayor a la observada en varias décadas. Se prevé una contracción del PIB mundial en torno al 2% con una mayor contracción en las economías desarrolladas que
en las emergentes. A fines de abril, las proyecciones para los Estados Unidos prevén una caída de casi el 4% (frente a un crecimiento del 1,9% pronosticado en diciembre de 2019), para China un crecimiento menor al 2% (5,8% pronosticado en diciembre)…” Según el mismo informa de CEPAL, para América del Sur la proyección es “una caída del 5,2% en la actividad económica…” y para Venezuela un decrecimiento económico– del orden del 18%”. Para Venezuela la situación seguirá marcada por el bloqueo imperial que ha limitado el acceso a las importaciones de alimentos, medicinas y piezas y partes industriales, lo cual se expresa en problemas de seguridad alimentaria y seguridad de medicamentos, restricciones de acceso y disponibilidad de servicios de primera línea, crisis de energía, y los rigores de tensión política que imponen los escenarios de poder interno, a su vez mediado cuando no estimulado por el escenario post-pandemia mundial; escasez en productos básicos. Sumado a esto, en el orden de los impactos sociales ya podemos anticipar importantes dificultades para los servicios, aparte de los efectos en los modelos de trabajo, modelos pedagógicos, de relaciones afectivas, entre otros. Frente a ello han surgido relevantes recomendaciones, entre ellas las presentadas durante la Conferencia de Alto Nivel: Economía post-pandemia de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), “bajo la premisa de independencia y autodeterminación, fomenta la solidaridad, la complementariedad y la cooperación para generar transformaciones estructurales que deriven en el desarrollo integral de los pueblos”. Para nuestro país, es importante que los espacios cuya tarea esencial es la creación de pensamientos, saberes, tecnologías, asuman formal y estructuradamente los enormes desafíos que se desprenden del análisis multidimensional del movimiento de la vida planetaria en sus expresiones latinoamericana y caribeña, y en particular en nuestra Patria Venezuela. Este llamado no es solo a los análisis; es también a la producción científico-tecnológica y humanística para la construcción de condiciones para la creación de opciones útiles al momento que se vive y sobre todo a la creación de marcos de acción para la edificación
de lo pertinente, de lo necesario. Los datos mencionados, junto con otros que no están en este trabajo, generan alarmas en torno a la necesidad de incrementar y diversificar la capacidad productiva nacional, en un marco de altas carencias financieras y ataques políticos. Esto es terreno amplísimo para poner en alineación todas las capacidades científico-técnicas y nhumanísticas, así como reconocer el espacio de la sabiduría popular para fundamentar y dar dirección estratégica a las decisiones que permitan superar un escenario tan difícil como el presente y el que tenemos en ciernes. Es un reto lograr una relación orgánica entre la política científica, la capacidad productiva y la necesidad ineludible de proteger nuestra diversidad cultural y biológica en los países de América Latina y el Caribe, en un marco decidido de resguardo de la soberanía e independencia nacional. Para la post-pandemia o la vida con Covid 19, tendremos que ordenar lo que aprendimos, creamos o adaptamos para
atenderle. Desde el campo científico-tecnológico, se han materializado saberes y tecnologías mediante esfuerzos
que dan cuenta de capacidades nacionales y sobre todo de voluntad y compromiso de sujetos del campo de los saberes científicos y de los saberes populares para tributar al acerbo necesario para el combate a la enfermedad. Allí está el desarrollo o re-creación de equipos, de kit diagnósticos, esquemas de tratamiento, protocolos nacionales para el trabajo casa por casa, para el hospital, para transporte público. Igualmente el papel crucial de Barrio Adentro, el de Quimbiotec, y muy especialmente el del Instituto Nacional de Higiene como institución pública capaz de organizar y garantizar prácticas de vigilancia epidemiológica, diagnóstico, tratamientos y manejos de información. Todo ello soportado en riguroso análisis y proceder ético y científico, permanentemente contrastado con la ocurrencia de aconteceres múltiples en la diversidad de nuestras realidades humanas, socioeconómicas y sociopolíticas, lo que ha permitido la formulación de esquemas de trabajo que ameritan ser experiencias sistematizadas, categorizadas, para convertirse en métodos generados desde la faena en la emergencia por la pandemia. Estas son tareas en desarrollo, de modo que nos toca darle condición de método a lo que han sido iniciativas concebidas y estructuradas para resolver el día a día. Son muchos los aportes contentivos de saberes científicos y culturales que se han concitado para responder a la situación de Pandemia, las cuales ahora serán fortalezas. En esta labor están los centros de producción científicotécnica como son los de I+D, los institutos de investigación, las instituciones de educación universitaria-IEU; las redes de saberes universitarios, voceros del saber popular, porque todos son actores-sujetos de resguardo del sentido de la independencia, lugares de garantía del derecho a la educación, de construcción de futuro en soberanía; construcción de conocimiento de frontera, de concurrencia de diversos epistemes, y en general, de disponibilidad de enormes potencialidades y capacidades para el diálogo y la fundamentación científico-técnica, humanística y
social para propuestas políticas, económicas, sociales, culturales. Todos y cada uno o en sus conjuntos son éticamente responsables, comprometidos y suficientemente preparados con conocimiento y experiencia, para atender estos desafíos. La experiencia y potencialidad de estos sujetos constituidos o fortalecidos en el devenir de la pandemia, servirá para aportar claves de conocimiento para disminuir las incertidumbres y compartir testimonios relevantes desde sus análisis de escenarios, prospección, investigación, sistematización, así como sobre el desarrollo tecnológico y el escalamiento, según lo que se determine como necesidades y demandas provenientes de situaciones por venir y el carácter de sus impactos. Al mismo tiempo podrán proponer estrategias de distintos alcances desde miradas disciplinarias, multidisciplinarias, interdisciplinarias o transdisciplinarias, o desde visiones integrales u holísticas. Alimentarán lo constituido o lo que va constituyéndose. Desde la ética de la vida, la diversidad de saberes y las capacidades intelectuales, sus aportes
servirán para contribuir a salvaguardar el sentido de lo humano, la dignidad de las personas y, la independencia y
soberanía de la Patria. Los aportes de CyT en tiempo post-pandemia podrán continuar avanzando en la creación de fundamentacióncientífica, desarrollo tecnológico e innovación para atender retos distintos, con la situación extraordinaria de tener que mantener y ampliar las capacidades de CyT nacional y regional enmarcada en los objetivos estratégicos nacionales que deben seguir apuntando a la configuración y consolidación de la Venezuela Potencia, perfilada en estos años de Revolución impulsada por el Cmte. Chávez, al mismo tiempo que responder a los retos que plantea la crisis general del capitalismo, los efectos de la guerra, y en particular los que se generan por la pandemia y sus secuelas sociales, económicas, bio-médicas, lo que podemos agrupar, entre otros en:
a) En términos de gestión, ahora más que nunca, los centros de I + D, así como las universidades, deben trabajar
más estrechamente con los proyectos estratégicos del Estado, con las demandas fundamentales de la población
y con las empresas. Un ejemplo de la efectividad de esta relación es lo que estamos logrando en particular en el área de la salud humana y la producción agrícola. b) Los referidos a la situación epidemiológica y biomédica frente al Covid 19 y otros elementos de la salud. •Continuación de investigación, desarrollo tecnológico, ampliación de perspectivas, discusión pública de síntesis para conocimiento y atención de enfermedades
correspondientes a nuestros perfiles epidemiológicos, además de Covid 19. •Métodos, técnicas y modelos de trabajo en los centros de salud en situación post-pandemia o de endemia por Covid 19, según lo que modele el tiempo futuro. •Seguir avanzando en el desarrollo de investigación y cooperación en la producción de vacunas y de principios activos para algunos medicamentos de uso priorizado. •Profundizar en el fortalecimiento de la capacidad científico-tecnológica y de innovación, incluyendo la recuperación de la capacidad de producción y procesamiento de insumos bio-tecnológicos en instituciones claves para nuestro país. c) Los referidos a nuevas necesidades de la vida colectiva en situación de cuarentena o de nueva “normalidad” ensayada en medio de iniciativas compartidas de democracia participativa y protagónica en cuanto a control público y ciudadano.
•Creación, validación y evaluación de métodos,técnicas y modelos pedagógicos múltiples combinados para garantizar calidad educativa e inclusión social en condiciones extraordinarias como marca el futuro postpandemia. •Análisis y sistematización sobre los efectos psicoafectivos y organizativos en la vida comunitaria y en la vida familiar. d) Continuar avanzando en el incremento de la capacidad productiva nacional agrícola e industrial para evitar las situaciones de inseguridad alimentaria que se prevén para el mundo, incluyendo a Nuestra América. •I+D en procesos industriales prioritarios de alta densidad tecnológica. •Articulación de capacidad de innovación productiva en las pequeñas y medianas industrias nacionales. •Profundizar la capacidad de innovación en el seno de las pequeñas y medianas industrias para superar la escasez de piezas y partes industriales. e) Profundizar en la articulación de toda la capacidad científico-tecnológica y de innovación en torno a la recuperación de la capacidad de producción y procesamiento de petróleo; así como de otras fuentes de energía viables en nuestra realidad. f) Continuar la formación de investigadores e innovadores con metodologías novedosas. Es muy exigente el tiempo que vivimos y el que anticipamos por venir, pero estamos seguros que con la calidad ética que tenemos como pueblo, la capacidad científico-humanística de nuestros investigadores e
innovadoras y la direccionalidad estratégica en paz y soberanía, podremos dar un salto cualitativo en materia de
CyT para hacernos más fuertes en el construir del futuro para nosotros y las próximas generaciones.

Biografía del autor/a

  • Yadira Córdova, Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

    yadirac@hotmail.com

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Publicado

28-07-2025